Trabajar de Influencer, una vieja profesión digitalizada

trabajar de influencer

Instagrammers, bloguers, youtubers… trabajar de influencer está de moda. Un ejemplo, ser youtuber durante el 2021 fue una de las diez profesiones más deseadas por los niños españoles, y este año,-según se desprende de la XVI Encuesta Adecco ¿Qué quieres ser de mayor?- ya es la quinta profesión más deseada para el futuro.

Sin duda, estamos hablando de personas que con sus opiniones influyen realmente en una audiencia. Tal es el interés de las marcas en ellos, que incluso se han desarrollado algoritmos para calcular cuánto gana por publicación un instagrammer (Sólo en el entorno del marketing de influencers, MediaKix estimaba un tamaño del mercado de entre 5.000 a 10.000 millones de dólares para el año 2020)

Y ante este panorama son muchas las preguntas que cabe hacerse: ¿Son los influencers un fenómeno actual o ya existían antes?, ¿qué los diferencia de una celebrity de toda la vida?, ¿estamos hablando realmente de una profesión?, ¿vale con tener una gran audiencia para poder evangelizar un tema concreto?

Trabajar de influencer, ¿una nueva profesión?

Oímos a muchos jóvenes (y no tan jóvenes) definirse profesionalmente como youtubers o influencers. El porqué se les llama así, lo relaciono con su impacto en la sociedad. Y precisamente este impacto es un elemento diferencial por el cambio tecnológico en las relaciones: las conexiones han pasado de lo presencial a lo digital. Asimismo, son los llamados “influencers” los encargados de establecerlas mediante las redes sociales o vídeos en Tik-Tok y otras redes. Y ello se desarrolla mediante el uso de su imagen, personalidad y relaciones sociales.

Cabe tener en cuenta el nuevo lenguaje en la actualidad. Más que jóvenes que dejan su trabajo para ser influencers, son jóvenes que dejan su trabajo o sus estudios para tener otro trabajo, el de influencer. Además, al pensar en la labor del influencer actual, veremos que el grueso de éstos se han convertido en una categoría más de la moda: las marcas hacen uso de sus imágenes y contactos, ya que los influencers son modelos en la red; establecen relaciones más próximas a los potenciales clientes de dichas marcas, y, por tanto, el uso de los productos que se quieren vender alcanza más efectivamente al público. Incluso más específicamente, hay influencers también de opinión y divulgación crítica.

No podemos negar que la evolución tecnológica comporta también cambios de paradigma, no sólo en las relaciones interpersonales, sino también en la tipología de trabajo. Ser influencer, además, comportaría otra forma de hacer campañas de publicidad con la imagen, tweets y mensajes en Instagram de una personalidad reconocida por las mismas redes.

En cuanto al perfil del influencer, debemos ser honestos con el hecho de que ayudaría a ensalzar el estereotipo de belleza tanto ideológica como de estilo de vida, y la perfección proyectada en este siglo XXI. : los influencers no dejan de ser una tipología misma de los modelos de toda la vida.

En definitiva, trabajar de influencer se ha convertido tras una década en la que sonaba “moderno”, en una profesión cada vez más habitual, estandarizada y que ha surgido de forma totalmente lógica, ya que con las redes sociales se establecen conexiones más directas entre las marcas y los usuarios.

¿Trabajar de influencer se debe a las redes sociales?

Las nuevas tecnologías se han convertido en un escaparate digital donde los usuarios exponemos nuestras inquietudes y pensamientos al resto del mundo. Este hecho ha permitido democratizar la influencia, permitiendo que ciertos usuarios puedan lograr un amplio volumen de seguidores y por lo tanto, resulten de interés para las marcas. Sin embargo, ¿acaso no existían influencers antes de las redes sociales e internet?

Decía Aristóteles Onassis a principios del siglo XX que “para lograr el éxito, mantenga un aspecto bronceado, viva en un edificio elegante, aunque sea en el sótano, déjese ver en los restaurantes de moda, aunque sólo se tome una copa, y si pide prestado, pida mucho”. Y aunque Onassis no tenía redes sociales, te explica precisamente por qué el trabajo de influencer viene de muy lejos; la respuesta es sencilla: hay cosas que no cambian, sencillamente le hemos puesto otro nombre, porque la realidad es que no somos tan diferentes al romano de hace 2.000 años.

Redes sociales como Tik-Tok, Twitch, Twitter, Instagram, Youtube…  lo único que hacen es abrir toda una ventana de posibilidades para trabajar de influencer a muchas personas.

Ser influencer y dedicarte profesionalmente a ello no tienen que ser necesariamente lo mismo

Se suele confundir trabajar de influencer con ser influencer, o peor aún, con ser una referencia, y no tienen nada que ver. Una cosa es ser una celebridad, y otra bien distinta es ser influyente… al final en esto de la influencia, llegar a ser una referencia no tiene que ver con volumen, sino con cualificación.

Cuando eres una referencia SOBRE UNA DISCIPLINA, eres un influencer DE ESA MATERIA, te dediques o no a ser influencer. Es evidente que la evolución del entorno digital, junto con la cuantificación de seguidores, y la viralidad de las redes sociales, han otorgado a muchos profesionales de un potente altavoz con el que ganar visibilidad. Hasta el punto de llegar a ser referencia en su sector, o en un tema concreto, con capacidad de influencia. Sin embargo, no es suficiente tener muchos seguidores para hablar de cualquier cosa. El evangelizador e influencer es muy bueno siempre que sea experto de lo que habla.

Makertan