En la actualidad, vemos como cada vez más iniciativas, nacen de la colaboración empresarial. Que la tecnología sea más accesible, no hace sino potenciar esta tendencia. Al final, la regla es sencilla: aunar esfuerzos ofrece múltiples ventajas.
Ya lo decía Andrew Carnegie: “El secreto de mi gran éxito, fue rodearme de personas mejores que yo”.
Ventajas de la colaboración empresarial
Esto tiene su lógica. Al final, las empresas a día de hoy, para poder ser competitivas deben intentar perseguir tres estrategias: mejorar la productividad, ser más eficientes y eliminar cargas que no son “core”, es decir: para poder hacer más con menos, es importante la colaboración entre empresas.
En mercados competitivos, donde la velocidad y la inmediatez son clave, la alianza entre empresas ofrece beneficios mutuos a la hora de aprovechar la creatividad, la experiencia y los recursos de otras empresas para conseguir soluciones en menos tiempo — y a un menor coste muchas veces que desarrollarlo— que desarrollarlo “in-house”.
Nuestro objetivo como empresa es poder ofrecer el mejor producto posible a nuestros usuarios y para ello, debemos de aprovecharnos del trabajo que realizan empresas líderes en sus sectores e incorporarlo en nuestra oferta. Es más, en algunos casos podemos asociarnos con nuestros rivales para desarrollar un nuevo producto donde podamos sufragar los costes de i+d, canales de distribución o logística y disfrutar de unos beneficios mutuos en vez de competir entre nosotros.
Resumiendo, la colaboración ya no es sólo una estrategia, es la clave para el éxito empresarial a largo plazo y las empresas que se den cuenta de esto, serán las que tengan éxito en la nueva economía global.
Sin embargo, en esto de la colaboración estratégica existen barreras, limitaciones y temores que tienen su razón de ser. Por lo que es vital saber rodearse de las compañías adecuadas. Aquí la suma de 1 + 1 puede dar un resultado superior a 2 o bien todo lo contrario y darnos negativo.
Inconvenientes de la colaboración estratégica entre empresa
Las asociaciones tanto te pueden ayudar como arruinar un negocio o empresa. Esto pone de manifiesto los riesgos que implica la asociación y la necesidad de elegir con cuidado a tu socio.
Antes de asociarnos debemos preguntarnos:
1) ¿Necesitamos realmente un socio?
2) ¿Cuál es el socio adecuado, que es lo que buscamos en el?
Si este análisis lo hacemos mal y elegimos el socio el equivocado, nos exponemos a perder el tiempo, que no vuelve, perder el negocio (falta de apoyo, conocimiento, implicación…) o a ejecutar mal el proyecto, que afectará directamente a tu reputación, que es lo más preciado que se puede tener.
A nivel personal, el riesgo es también altísimo. Si el socio es inadecuado, incompetente, sin ética y con falta de compromiso, el mercado te asociará de esa manera y tu marca personal también quedará en entredicho, y esto es mucho más difícil de solucionar.
Pero no basta con que la persona y la empresa sean las adecuadas, otro factor clave es que las prioridades coincidan en el tiempo. Puedes tenerlo todo a tu favor y que por no estar alineadas, pierdas el proyecto o lo que es peor; tu reputación.